Autora: Lourdes Carratalá, peluquera canina y gerente de Don Perro.
Hace un tiempo recibí una llamada para pedir cita en mi peluquería y antes de colgar, el cliente me comentó que estuviese preparada porque el perro era difícil. Ya me había dicho que era un maltés adulto, macho, sin castrar...pero, “¿Difícil en qué sentido?” “Bueno, últimamente lo hemos tenido que pelar y lavar en casa pero su peluquera a domicilio ya no puede venir más...¡¡¡Es un perro muy inseguro y por eso muerde!!!”. Un cliente que te está previniendo de un servicio difícil no es lo habitual. Con este gesto está mostrando una apertura de mente que nos ayudará mucho.
Llegó el gran día. Yo le había dicho al cliente que probablemente el servicio lo tendría que hacer con él para apoyar al perro y que trajese algún juguete o chuches ricas para hacerle el servicio menos amargo. Aparecieron tres en la puerta: Sammer, Mariam y Rupi. El Perro (Rupi) entró aparentemente tranquilo; como si no fuese con él. Rupi parecía tener interés por conocerme; me estaba entrando una pena atroz de tener que ser ese día su “torturadora”. Nos echamos al suelo y estuvimos en círculo charlando mientras Rupi olfateaba por todas partes, rodeado de plantas y juguetes. En ese contexto lo pude tocar varias veces para comprobar el estado en el que venía su pelo.
Llegó el momento de empezar y guiamos a Rupi hasta la mesa que le esperaba abajo del todo y con un reguero de chuches. Rupi empezó a darse cuenta de la traición, miro a la mesa, miró a sus dueños y dijo”¡ciao!” saliendo por la puerta. Fue el primer momento que Rupi se separó de su equipo. Les dije que uno de ellos fuese a por él y que con buenas palabras lo trajese y dejase encima de la mesa.
Su postura en la mesa cambió ¡No parecía el mismo perro! Le acerqué la carda para que la oliese antes, pero ¡qué va…Rupi estaba completamente desconectado!. Empecé a cepillar muuuy suave mientras los dueños le hablaban dulcemente, pero el perro no salía de su bloqueo. Tenía nudos pegados a la piel en tronco, cabeza y extremidades; por lo menos el corte, era necesario (los nudos en los malteses son difíciles de quitar porque el pelo es fino y resistente a la vez, como la seda; si no los vas quitando se le hace un caparazón de nudos que no deja respirar a la piel).
“¡Este perro necesita que no piense tanto y actúe más!”. Coloqué la cuchilla de 9mm, pero a la primera se quedó enganchada en un nudo, entonces Rupi despertó de su letargo y me miro mal… ¡primer aviso!. Les dije que no lo sacasen a horas de sol y usé la 3mm. ¡Sí la 3! Ésta se llevaba los nudos que daba gusto pero…¡¡¡iba a parecer una rata!!!Cuando me fui acercando a la parte delantera empezó otra vez a mirarme mal y esta vez me aguantó la mirada; Rupi me estaba dando un ultimátum, “¡¡¡de aquí no pases!!!”. Yo; “de acuerdo Rupi, cambiemos de zona”. Continué por las traseras pero al acercarme a los genitales Rupi empezó a gruñir abiertamente…¡¡¡tercer aviso!!!
A partir de ahí todo fue a la fuerza. Ellos le sujetaban y yo le pasaba la máquina como una autómata. Todos queríamos acabar lo antes posible. De vez en cuando apagábamos la máquina y lo dejábamos respirar pero el nivel de estrés de Rupi era taaan alto que no bajaba. Sentí verdadera compasión por ese ser que no levantaba dos cuartas del suelo, respirando a trompicones con los ojos desencajados. ¡Intentaba entender su lucha, pero me faltaba información!
Ya sólo quedaban las patas delanteras y la cara. Les dije cómo debían retenerlo pero en uno de los forcejeos se soltó y me mordió con todas sus fuerzas de maltés de 3kg y sus dientes de formato aguja. Me hice una cura rápida y seguí trabajando. Ahora sí pusimos el bozal, al menos para terminar las delanteras.
Estaba lleno de trasquilones y mechones más largos por la cabeza y las barbas. Parecía Tom Hanks en aquella película de El Naufrago ¡¡¡Qué lástima y qué miedo sentí a la vez!!!.
Cogí una tijera infantil, bajé la mesa para acceder a la cara de forma indirecta y les dije que lo sujetaran suavemente. Corté a mano alzada desde arriba y laterales para ver qué tal reaccionaba a este nuevo estímulo. Se movía peligrosamente y a la primera retención por la barba, se dio cuenta de que yo iba a sobrepasar otro límite y empezó a forcejear con la cabeza. Yo tenía localizadas desde el principio dos majestuosas legañas debajo de cada ojo e hice un último intento de quitárselos pero en una de esas abrió la boca y se hizo un corte en la lengua. Fue tán fino que casi no sangró, pero ahí ya decidí terminar el servicio.
Bajamos a Rupi al suelo y el tío tan contento con su pinta de Tom Hanks. Para cualquier peluquero dejar a un perro así es una vergüenza pero el caso lo requería. Hablamos del servicio en casa y Sammer y Mariam me dijeron que en casa había sido algo mas tranquilo; también hablamos de la posibilidad de sedarlo…los tres preferíamos que no y entonces decidí comentarle el caso a mi querida amiga Laura porque me sentí muy perdida.
Laura es bióloga, experta en comportamiento canino e instructora cinófila GentleTeam. Tiene casi 20 años de experiencia en el trabajo con perros y, aunque no es peluquera canina, ha tenido experiencias con este tipo de servicios en el pasado.
Autora: Laura Azor experta en comportamiento canino
Cuando conversé por primera vez con Samer y Mariam me dijeron que no entendían el comportamiento de Rupi. “La primera vez que lo dejamos en la pelu, lo fuimos a espiar varias veces por el cristal del negocio y lo vimos tranquilo. Cuando nos lo entregaron nos dijeron que todo había ido bien. No entendemos por qué empezó a agredir…”.
Yo les hice reflexionar sobre esto: “¿Y si les dijera que puedo darles herramientas para entender por qué, aunque aparentemente ‘todo haya ido bien’ un perro pudiera comenzar a agredir en una sesión de peluquería?”
Este es el asunto: Rupi nunca estuvo bien en primer lugar. La peluquería canina está diseñada para trabajar la estética e higiene del perro. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, cumple todos los requisitos para ser estresante, no importa cuán amable sea el peluquero o cuánto ame a los perros. ¿Creen que estoy exagerando? Les prometo que no. Para más información vean este video: https://www.instagram.com/reel/C_SjovhIeED/?igsh=MTZvYXl0cHU2YWpseg==
La respuesta está en la psicología del estrés: perder el control sobre el ambiente que nos rodea, la posibilidad de elegir y estar en un contexto social que nos resulta aversivo son elementos que seguro desencadenarán mecanismos fisiológicos de estrés y encenderán un montón de alarmas en nuestro cerebro: estas situaciones nos harán sentir que ese ambiente es peligroso y debemos escapar. Imaginen, por ejemplo, un secuestro. ¿Cómo se sentirían atados de manos incapaces de huir en esas circunstancias? Más o menos así se siente su perro en la peluquería. En un salón de estética canina, el animal no tiene vías de fuga y pierde completamente el control de lo que le ocurre. No entiende por qué lo llevas ahí y lo abandonas en manos de alguien que debe manipularlo sin su consentimiento. La mala noticia es que, por muy amables que seamos no podemos retirar todos los elementos estresantes. La buena noticia es que podemos ayudar a nuestro perro a pasarla lo mejor posible.
¿Cómo ayudar a un perro durante la peluquería?
La ayuda empieza en casa.
Volviendo al caso de Rupi, me entrevisté con Samer y Mariam en una asesoría online y conversamos sobre su sistema de vida. También tuvimos una sesión presencial cuando estuve de visita en Sevilla. Les comenté que debían eliminar toda la manipulación innecesaria y esperar un tiempo a que los paseos de mejor calidad lo ayudaran a sentirse más sereno. Afortunadamente, su familia se involucró y Rupi mejoró. Pero no lo suficiente para confiar en Lourdes y permitirle hacerle una sesión de peluquería completa. Asi que tras descartar la sedación tomamos una decisión conjunta la familia, Lourdes y yo. Esa decisión fue la de renunciar por ahora a la estética y preocuparnos por el bienestar físico, psicológico y comportamental de Rupi. Un trabajo de peluquería en casa de forma constante (todos los días un poquito) asesorado por Lourdes pero en manos de sus propietarios y en el contexto amable del hogar.
Lo que hace a Rupi un perro afortunado, es que no solo tiene una familia que realmente se preocupa por su bienestar, también encontró en su camino una estilista canina como pocas, capaz de ofrecer a la familia asesoría para que puedan peluquearlo en casa y ahorrarle todo el estrés que un salón supone para él.
Aunque para muchos profesionales y propietarios “rendirse” y hacerle peluquería al perro en casa puede parecer una derrota, para Rupi será una mejora significativa en su calidad de vida. Una decisión como esa solo la toman profesionales y familias que realmente priorizan el bienestar del perro.
#esuchaatuperro e intenta siempre entender su punto de vista. Tu perro solo te tiene a ti.
(Este establecimiento no tiene un horario fijo. Permanecerá abierto según agenda)